El director de la RAE, Darío Villanueva.

Socio de honor de la Asociación de Profesores de Español de Canarias

19 de Noviembre de 2018

Darío Villanueva ha recibido esta distinción en un acto en Santa Cruz de Tenerife

El director de la Real Academia Española (RAE) y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), Darío Villanueva, ha sido nombrado hoy socio de honor de la Asociación de Profesores de Español de Canarias Elio Antonio de Nebrija, en un acto celebrado en Santa Cruz de Tenerife.

Tras recibir la placa conmemorativa, Darío Villanueva ha impartido una conferencia titulada «La neolengua, entre la corrección política y la posverdad». 

CORRECCIÓN POLÍTICA

«La corrección política —ha comenzado señalando Darío Villanueva— es una nueva forma de censura. Una censura perversa, para la que no estábamos preparados, pues no la ejerce el Estado, el Gobierno, el Partido o la Iglesia, sino fragmentos difusos de lo que denominamos sociedad civil».

Esta corrección política, ha añadido el director de la RAE, dinamita el ideal filosófico que la enseñanza universitaria debería alentar: «el regir nuestras conductas no exclusivamente por los sentimientos, los prejuicios o las pasiones, sino por la racionalidad, atributo privativo de nuestra especie».

Tanto este asunto de la corrección como el de la posverdad, ha explicado Villanueva, «tienen que ver fundamentalmente con el uso del lenguaje y las lenguas a través de las cuales se manifiesta». Si la corrección política implica, como ya se ha mencionado, una nueva forma de censura, el problema con la posverdad «está en la correlación entre los enunciados y la realidad de las cosas».

CENSURA EN EL DICCIONARIO

A continuación, el director de la RAE ha querido aclarar lo que un diccionario políticamente correcto supondría. En el preámbulo de la vigesimosegunda edición del diccionario académico, de 2001, ya se advertía que «con frecuencia se solicita [...] que sean borrados del Diccionario términos o acepciones que resultan hirientes para la sensibilidad social de nuestro tiempo».

Villanueva ha recordado que la Academia ya explicaba que la obra estaba concebida «para la comprensión de textos escritos desde el año 1500», y que las voces molestas recogidas lo son «sin que ello suponga prestar aquiescencia a lo que significan ahora o significaron antaño». La constante revisión del Diccionario permite matizar cada una de sus definiciones de acuerdo con la sensibilidad del momento, pero, siempre, sin ocultar arbitrariamente los usos reales de la lengua.

«A la RAE se le acusa una y otra vez de agraviar a individuos o grupos simplemente por incluir palabras consideradas ofensivas por ellos, palabras que existen en el uso del idioma y están ampliamente documentadas por escrito; palabras que la RAE no ha inventado, sino simplemente recogido de la lengua soberana creada y utilizada por los hablantes», ha explicado el director de la Academia.

Por todo ello, ha aclarado Darío Villanueva, «expurgar el Diccionario para hacerlo seráfico y biempensante no dejaría tampoco de ser una reiterada expresión de una nueva forma de censura difusa, no impuesta por el Estado, el Partido o la Iglesia, sino por la etérea instancia que decreta lo políticamente correcto».

POSVERDAD

En este contexto de corrección política, ha explicado a continuación Darío Villanueva, surge un nuevo término, «interesante a la vez que preocupante: la posverdad». En clave política, Villanueva ha expuesto diferentes ejemplos que «reavivan la vigencia de la posverdad: muchos de los argumentos de los políticos ingleses partidarios del brexit y, especialmente, los tuits y las peroratas de Donald Trump a lo largo de su campaña presidencial». Ejemplos que entroncan directamente con la sentencia de que una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad.

Como ha recordado Villanueva, la palabra se incorporó a finales de 2017 como neologismo en la primera actualización del Diccionario de la lengua española. «Para definir posverdad, ha explicado, se partió de la idea de toda información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público; como una distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales».

cerrar

Buscador general de la RAE