Tomás de Montes y Corral

Imagen Tomás de Montes y Corral

letra S

Toma de Posesión

30 de Noviembre de 1724

Fallecimiento

6 de Agosto de 1744

Tomás de Montes y Corral

Académico de número

Medina de Rioseco (Valladolid), 1678-Casavieja (Ávila), 1744

El 30 de noviembre de 1724 Tomás de Montes, párroco y lexicógrafo, se convirtió en el segundo ocupante de la silla tras la muerte de Luis Curiel.

Nacido en Medina de Rioseco (Valladolid) el 3 de diciembre de 1678, pronto se trasladó a Ávila a estudiar teología. En 1713 se afincó en La Adrada (Ávila), donde fue párroco durante gran parte de su vida y donde entabló amistad con los fundadores de la RAE, la familia Villena. 

Su labor en la redacción del Diccionario de autoridades, tal y como cuenta Alonso Zamora en su libro La Real Academia Española (1999), no fue siempre del agrado del Pleno: «en más de una ocasión se vio forzado a traspasar su trabajo a otras manos más certeras» (p. 86). Además, su paso por la Academia fue breve; al poco tiempo de ser nombrado académico, en 1724, una orden del obispo de Ávila le obligó a regresar a su curato en La Adrada. Ya en Ávila, Montes elaboró y envió algún que otro material a la Academia, pero su colaboración en el Diccionario de autoridades fue puramente testimonial; no obstante, «debido a la exquisita cortesía de las relaciones académicas muy pocas veces quebrantada» (p. 87), su nombre aparece recogido, junto al de otros colaboradores, en el resumen de trabajos del sexto y último tomo del Diccionario.

Tomás de Montes fue, en palabras de Alonso Zamora, un cura humilde que vivió retirado, «en la paz rural, con pocos libros» (p. 87). Su muerte —narrada en la partida de defunción y en el elogio que pronunció el teniente cura don Juan González— está muy alejada de la acostumbrada pompa académica y «está envuelta en escalofríos de horror» (p. 87). A mediados de junio de 1744, Tomás de Montes estaba tomando el fresco en la puerta de su hogar en Casavieja (Ávila) cuando un perro cruzó la calle y le mordió, provocándole heridas en todo el cuerpo. En agosto empezó a manifestarse la enfermedad; le escocían y dolían las heridas y eran tales sus alaridos que tuvo que ser atado a la cama. Sus últimas palabras, tal y como atestigua Juan González, fueron «en vuestras manos, Señor, encomiendo mi alma y vida».

Tomás de Montes murió de rabia el 6 de agosto de 1744 en Casavieja (Ávila). Su cuerpo descansa en la capilla mayor de la parroquia de La Adrada, de la que fue párroco gran parte de su vida.

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