Manuel Halcón Villalón-Daoiz

Manuel Halcón

letra F

Toma de Posesión

9 de Diciembre de 1962

Fallecimiento

29 de Julio de 1989

Cargo

Primer vocal adjunto

Manuel Halcón Villalón-Daoiz

Académico de número

Sevilla, 1903-Madrid, 1989

El 9 de diciembre de 1962, el escritor y periodista sevillano Manuel Halcón leía su discurso de ingreso en la RAE Sobre el prestigio del campo andaluz: «Quedan en pie, riéndose por ahora de la Química, la avena loca, la ballueca, el ballico, la borrachuela, el cominillo, la cizaña, el alpiste vano, los juncos y los carrizos y la terrible grama, cáncer de la tierra» (p. 19).

José María Pemán, también andaluz, abrió la puerta de la Academia al amante del campo: «Por esa puerta […] se ha colado un olor saludable de tierra, flores, sementeras y humedades» (p.43).

Nacido en Sevilla el 25 de diciembre de 1900, Manuel Halcón, marqués de Villar de Tajo, «gustaba de llamarse a sí mismo “agricultor”, palabra tras la que escondía su apasionado fervor por la campiña andaluza, en la que vivió los años infantiles» (Alonso Zamora, La Real Academia Española, p. 129). Descendiente del héroe del 2 de mayo Luis Daoiz, Halcón publicó su primera novela en 1925, El hombre que espera, premiada por el Ateneo de Sevilla, y colaboró en periódicos como El Liberal El Noticiero Sevillano, así como en las revistas literarias Mediodía, Papel de Aleluyas Oromana. En 1926 vio la luz su segunda novela, Los treinta años de una mujer,  y en 1927 su libro de relatos Fin de raza. Hacia 1930, con la llegada de la Segunda República, se trasladó a Madrid y comenzó a publicar artículos en periódicos y revistas de la capital. Acabada la guerra, el descendiente de Daoiz fue subdirector del diario ABC, director de la revista Vértice y ocupó los cargos de consejero nacional, diputado en las Cortes y canciller de la Hispanidad.

«De ojos distraídos y melancólicos y una boca que parece que pronuncia hacia adentro el inacabable monólogo de la reticencia» (José María Pemán, Sobre el prestigio del campo andaluz), Manuel Halcón vivió alejado de la vida política a partir de 1943. Se volcó entonces en la literatura y en el periodismo y en sus otras dos pasiones, la agricultura y el campo, que fueron una constante en su escritura. Su adorada Andalucía y el campo andaluz fueron los protagonistas de sus obras, entre las que destacan El hombre que espera (1925), Fin de raza (1927), Aventuras de Juan Lucas (1944), La gran borrachera (1953), Monólogo de una mujer fría (1960) —novela por la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1960—, Desnudo pudor (1964), Ir a más (1967), Manuela (1970), etc.

Apartado de la vida social desde la década de los ochenta, Manuel Halcón murió en Madrid un caluroso día de verano, el 29 de julio de 1989, tras dispararse a sí mismo por descuido mientras limpiaba un revólver. «Halcón, de vida apartada y silenciosa, ejemplar en el trato social y en la amistad, dejó en la Academia una estela de buen recuerdo, caballeroso, digno y señoril» (La Real Academia Española, p.129).

Así recordaba el sevillano los días de lluvia de su infancia el día de su discurso de ingreso en la RAE:

«Los días lluviosos los campesinos […] cosían empleitas, hacían tomizas, torcían el cáñamo, remendaban los costales, parcheaban los cueros de los arneses. En el campo que yo he conocido de niño los días lluviosos a mí me parecía que los trabajadores lo eran más» (Sobre el prestigio del campo andaluz, p. 21).

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