Antonio Tovar Llorente

Antonio Tovar Llorente

letra J

Toma de Posesión

31 de Marzo de 1968

Fallecimiento

15 de Diciembre de 1985

Cargo

Censor
Vicesecretario

Antonio Tovar Llorente

Académico de número

Valladolid, 1911-Madrid, 1985

El 31 de marzo de 1968 tomaba posesión de su plaza de académico el filólogo y experto en lenguas clásicas Antonio Tovar con el discurso Latín de Hispania: aspectos léxicos de la romanización. Pedro Laín Entralgo fue el encargado de darle la bienvenida en nombre de la RAE: «Antonio Tovar ha sido constantemente profesor y maestro: ha enseñado lo que sabía y ha querido siempre que su enseñanza fuese para el discípulo germen y pábulo de vida propia» (p. 58).

Nacido en Valladolid el 17 de mayo de 1911, Tovar, eminente filólogo y gran conocedor de las lenguas clásicas y de las antiguas peninsulares, se licenció en Derecho en 1930 en Valladolid. Apasionado por las lenguas desde joven, viajó con su maestro a Grecia en 1933 y en 1934, donde aprendió griego moderno. En 1934 y se licenció Historia y Arqueología y se matriculó en Madrid para estudiar lenguas clásicas en el Centro de Estudios Históricos; estuvo becado en París y en Berlín, donde amplió sus conocimientos sobre el origen de las lenguas indoeuropeas, pero el estallido de la Guerra Civil le obligó a volver a Valladolid. Durante aquellos años se afilió a la Falange y empezó a trabajar en Radio Nacional. También trabajó, entonces y posteriormente, como intérprete de la autoridad española en el extranjero; durante la guerra fue intérprete de la famosa entrevista de Hendaya entre Franco y Hitler.

Acabada la guerra, fue nombrado secretario del Instituto Nebrija en 1939, director de Enseñanza Profesional y Técnica y continuó con su labor como intérprete del gobierno español con las potencias del Eje. En 1941, a los treinta años, se retiró de la vida política y se doctoró en Filología Clásica. En 1942 obtuvo la Cátedra de Latín en la Universidad de Salamanca y fue su rector de 1951 a 1956, periodo durante en el cual creó la primera especialidad universitaria en lenguas modernas, fundó la Cátedra Manuel de Larramendi de lengua vasca e introdujo en la universidad el estudio de la lingüística indoeuropea y de las lenguas prerromanas.

Debido a la situación política, en 1958 decidió salir de España y continuó con su labor docente en las universidades de Tucumán (Argentina), Illinois (Estados Unidos) y Tubinga (Alemania), donde impartió la cátedra de Lingüística desde 1967 hasta su jubilación, en 1979. En sus clases enseñó celta, vascuence, antiguo irlandés, germanística y lenguas amerindias. Apasionado por lenguas indoamericanas, durante sus estancias en Buenos Aires y Tucumán viajó y convivió con los indígenas matacos, chorotes y chiriguanos —cuyas lenguas estaban en vías de extinción— y se dedicó a documentarlas y a recoger materiales para sus estudios lingüísticos y su publicaciones.

Infatigable autor de libros, artículos científicos, ponencias, traducciones, ediciones críticas y manuales, Tovar documentó y estudió todo todo aquello que llamaba su interés. Fruto de su continuo aprendizaje fueron las obras Gramática histórica latina. Sintaxis (1946), Vida de Sócrates (1947), Estudios sobre las primitivas lenguas hispánicas (1949), El Euskera y sus parientes (1959), Catálogo de las lenguas de América del Sur (1961), Relatos y diálogos de Los Matacos (Chaco argentino occidental) seguidos de una gramática de su lengua (1981) y un larguísimo etcétera.

En 1980 fundó la Asociación Cultural Hispano-Helénica y la revista Erytheia de estudios neogriegos y bizantinos, con el apoyo del Ministerio de Cultura español y la Embajada de Grecia. En 1981 fue galardonado con el Premio Goethe alemán y en 1984 con el Premio Castilla y León de las Ciencias Sociales. Asimismo, su intensa labor docente le valió el nombramiento de doctor honoris causa por las universidades de Buenos Aires, Múnich, Dublín y Sevilla.

En la RAE fue censor de 1983 a 1988 y «dejó el vivo recuerdo de su actividad incansable y de su atenta dedicación» (La Real Academia Española, p.159). A partir de 1979, una vez jubilado como catedrático en Tubinga (Alemania), colaboró con más frecuencia en las tareas académicas. Fue su representante en congresos y simposios y sirvió de nexo entre la Española y varios organismos extranjeros encargados de la traducción de terminología científica. Colaboró también en la redacción de la vigésima edición del Diccionario (1984) y completó las etimologías amerindias, estableciendo su transcripción, así como las definiciones de tribus y lenguas.

El imparable y polígrafo Antonio Tovar Llorente murió en Madrid el 15 de diciembre de 1985. Con estas palabras, como si de un arqueólogo de la lengua se tratara, se refería a la actividad de Tovar su amigo Laín Entralgo el día de su llegada a la RAE:

«Va amorosamente recogiendo y limpiando, como si fuesen viejas ánforas sepultadas, las rudas voces que hace más de veinte siglos dejaron sobre nuestro suelo las legiones de la conquista: labrum, trapetum, pravus, lucanica, barritum […] La palabra, ahora, no es sólo fuente de experiencia vital, poético aguijón sonoro; es también molde que resiste casi invariable el paso del tiempo y nos trae dentro de sí, como gustoso tuétano, un palpitante trocito intacto de la vida de antaño» (Latín de Hispania: aspectos léxicos de la romanización1968, pp.52-53).

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